jueves, 24 de febrero de 2011

65 años

Ante la intervención política del extranjero Braden -recordará aquél- arengué al pueblo así: "Dentro de poco tiempo, el pueblo deberá elegir entre Braden o Perón." Y este slogan, "Braden o Perón", fue más elocuente, más convincente que ningún otro para convencer a los argentinos que debían votar por mí.

El 24 de febrero fue día de fiesta cívica. Despues de tres meses de ruidosas manifestaciones se entró en la calma de la urna. Perón fue muy temprano a votar y tras recorrer los comicios y comprobar que el Ejército cumplía con su palabra de actuar imparcialmente, fue a su casa y le dijo a Evita: "Bueno, vámonos a San Vicente, para estar más alejados. y tranquilos." Cerca del mediodía recorrieron los 75 kilómetros que separan esa zona residencial de la capital Argentina y allí esperaron, solos, la llegada de la noche. Pasada la media tarde comenzaron a acudir dirigentes y amigos para seguir la tendencia de los resultados que iría dando la radio. Perón recuerda aquellos momentos con estas frases:
 
Empezaron a llegar los resultados y también algunos dirigentes alarmados, porque los primeros cómputos se habían hecho en la provincia de La Rioja, donde, indudablemente, en aquel entonces, teníamos pocos votos. Hoy, en. la misma provincia, tenemos el doble o el triple. Como esos primeros cómputos eran un poco desfavorables, los dirigentes estaban algo asustados, pero, cuando votaron los grandes centros urbanos, las grandes masas ciudadanas a -las cuales nosotros habíamos podido llegar con nuestra acción, entonces empezaron a aumentar los votos y ganamos por gran mayoría. En esa época el escrutinio se hacía en el Congreso de Buenos Aires. Tardó varios días. Hubo momentos en que alguno perdía la esperanza, pero tanto Eva como yo les decíamos: espérense que lleguen resultados de Córdoba, que llegue Mendoza, que llegue Buenos Aires. Eva tenía esa calma porque estaba segura dé sí misma.
 
Finalmente, las urnas dieron su fallo: Perón-Quijano, 1.500.000 votos y 302 electores; Tamborini-Mosca, 1.200.000 votos y 72 electores. Poco más de 100 días habían transcurrido desde la mañana en que el embajador Braden, desde la ventana de su despacho había decidido su estrategia para frenar el ascenso del sonriente coronel. Pero el fracaso de sus planes no le impidió asistir a las ceremonias de ascensión de Perón al mando presidencial, y ello motivó una rechifla descomunal en el pueblo.

Del Libro "Yo Peron" de Enrique Pavón Pereyra

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